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Planté algunos árboles, tuve 3 hijos y 3 nietos, estoy listo para escribir mi libro...

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28/8/12

El "bautismo"


La residencia lo condenaba casi a vivir en el Hospital. Era residente de 3er. Año de Cirugía y ya conocía rincones, cuentos, usos y costumbres del hospital. Si bien hacía guardia de 24 horas en el Servicio de Cirugía, compartía mucho con médicos, enfermeras, camilleros y ambulancieros de la Guardia Médica. Conocía a todos los médicos internos y a los residentes de los otros servicios del hospital. Habitualmente almorzaban y cenaban juntos y dormían en un pabellón con un cuarto para las mujeres y otro para los hombres.

Y, por supuesto, compartían los tradicionales divertimentos de los médicos de guardia.

Y uno de esos divertimentos era el “bautismo” de los nuevos practicantes de la guardia, habitualmente estudiantes de Medicina que se incorporaban a una guardia a hacer las primeras armas frente a los enfermos de verdad.

Pero tenemos que retrotraernos a unos días atrás al evento que motiva este relato. Digamos, unos 5 días atrás.

Salía del consultorio externo, después de haber estado atendiendo pacientes, y pensando en el próximo almuerzo, cuando… “sintió” o “presintió” que lo estaban mirando. Giró la cabeza hacia los costados y solo le llamó la atención una anciana, como tantas de las que iban a diario al hospital, vestida de negro, con una pañoleta en la cabeza, que levantó lentamente la vista y lo miró. Realmente no le prestó mayor atención y subió la escalera rumbo al comedor.

Al día siguiente, entrando al Servicio de Cirugía a operar (ese día el Jefe de Residentes, que hacía la armaba la lista de operaciones, lo había puesto de primer ayudante del Jefe del Servicio) parada en el pasillo que lleva al Servicio, vió nuevamente a la viejita. Como iba distraído y concentrado en su próxima operación, se dio cuenta una vez que había pasado frente a ella. Se dio vuelta para confirmar que era ella, pero ya no estaba. Seguramente fue un corcovo de su imaginación que le había hecho ver lo inexistente.

Al otro día estaba tomando un café en el bar de enfrente del hospital con otros médicos, cuando la volvió a ver. Pasó caminando por frente al ventanal del bar y percibió claramente que lo miraba. Trató de recordar… Una paciente? No… Familiar de algún paciente? Tampoco le sonaba… Se encogió de hombros y siguió charlando con sus compañeros.

El siguiente encuentro fue bastante más franco y notorio. Ya no era su imaginación. Al entrar al hospital por la mañana estaba sentada en las escalinatas, con la misma ropa de siempre, con una especie de bufanda que usaba como pañoleta y le tapaba el cabello y parte de la cara. Y lo miraba directamente a los ojos. Estuvo tentado a pararse y preguntarle algo, pero decidió que no valía la pena. Siguió su camino resistiendo la tentación de darse vuelta a mirarla, mientras pensaba “Yo la conozco de algún lado… No me puedo acordar…!”

A media mañana apareció el Médico Interno de la Guardia por el Servicio de Cirugía y le dijo

- Che, flaco… Esta noche hay “bautismo…” Son dos pibes nuevos, un muchacho y una pendeja… Vos vas a ser el protagonista porque no te han visto todavía y no tienen idea de quién sos.

Procedió a contarle el plan, que era realmente original y divertido. Se entusiasmó pensando en cómo se reirían de los dos nuevos practicantes.

Antes de irse, el médico interno le recomendó no ir a la guardia ni a almorzar con ellos para que las víctimas no lo vieran.

Almorzó en un restaurant de la esquina, solo, y después regresó al servicio de cirugía y pasó la tarde revisando las historias clínicas de los pacientes recién operados y haciendo los controles de rutina.

A las 8 de la noche de la guardia le llegó en manos del ambulanciero un mensaje: “Preparate que a las 9 comenzamos”.

Sonriendo caminó hasta el pabellón, abrió un placard y sacó un pantalón viejo y una camisa que encontró exactamente donde el ambulanciero le dijo que iba a estar. Se cambió lentamente. Después abrió un placard donde habitualmente guardaban vituallas para complementar la magra comida del hospital, tomó un frasco de Ketchup y se lo tiró encima manchando toda la ropa, y se refregó algo por la cara. Salió lentamente del pabellón y se acercó a un área lateral donde guardaban las ambulancias, donde estaba el ambulanciero esperándolo con una de las ambulancias viejas con el motor en marcha.

- Todo el hospital sabe lo que va a pasar…! Va a estar buenísimo… - le dijo su conductor…

Y salieron por la puerta lateral del hospital con las luces bajas. Al doblar en la esquina, miró por reflejo la entrada del hospital, y volvió a verla… Estaba sentada en la escalinata, igual que a la mañana. No le vió la cara, pero parecía esperar algo… “Pobre vieja” pensó, “con este frío…”

La ambulancia anduvo unas tres cuadras, él pasó hacia la parte de atrás y se acostó en la camilla, y comenzó la diversión… Comenzó a sonar la sirena en forma continua, se encendieron las luces externas y arrancaron rumbo al hospital.

La ambulancia paró frente a la rampa de entrada de camillas a la Guardia. Médicos, enfermeras, camilleros y practicantes formaban un ramillete en la puerta, mientras que los dos nuevos quedaban atrás de todo sin poder ver ni acercarse.

Lo bajaron de la camilla, una enfermera se subió sobre él y mientras llevaban la camilla a uno de los consultorios de guardia, simulaba realizarle masaje cardíaco, mientras uno de los médicos le colocó una mascarilla de oxígeno en la boca simulando darle aire.

Corrieron por el pasillo. Todos rodeaban a la camilla para evitar que los practicantes nuevos pudieran acercarse.

Cuando llegaron al consultorio, el Médico Interno agarró un viejo desfibrilador que hacía meses que no funcionaba pero que continuaba allí, le puso las paletas en el pecho y grito “Ya…!”, momento en el cual él hacía movimientos bruscos, dándole bastante realismo a la escena mientras todos los participantes aguantaban la risa a excepción de los dos “bautizados”, que trataban de asomarse por entre la gente que le impedía el acceso a, “herido”. El ambulanciero explicaba a los gritos “Lo agarró el tren…! Lo agarró el tren…”

Finalmente, después de extender la actuación por 20 minutos, el Médico de Guardia dijo

- Basta, muchachos…! No hay caso…! Está muerto…!

Todos pusieron cara de abatidos mientras por dentro festejaban la ocurrencia y miraban de reojo a los dos practicantes, que tenían lágrimas en los ojos ante su primera experiencia traumática frente a la muerte.

Lo taparon como se ve en las películas, con una sábana. Aunque nunca se hacía, para darle más dramatismo al evento, le ataron en el dedo gordo del pié izqierdo un cartelito que decía “N.N.” y fue ahí cuando el médico interno le dijo a los dos novatos “Uds. llévenlo a la morgue y lo dejan ahí porque la policía va a tener que hacer una autopsia judicial. Esta es la llave de la morgue. Queda al fondo del pasillo. Al final van a ver una puerta que tiene el cartel que dice Morgue”

Hacia allí salieron los muchachitos, empujando la camilla mientras él, totalmente tapado, hacía denodados esfuerzos por no reirse.
Por la noche, el camino a la morgue era lúgubre, oscuro y corría un frío viento. Para aportar más al terror de los dos jovencitos, los viejos bombillos de las viejas lámparas titilaban por efecto de los cambios de tensión y los movimientos del viento.

Solo se escuchaban los pasos de los muchachos, el silbido del viento, y la apagada charla que mantenían

- Pobre tipo…!

- Si…! Que manera de morirse…

- Justo en nuestra primera noche…

El ya no aguantó más la risa y se sentó en la camilla. Cuando logró sacarse de la cara la sábana que lo cubría, vio como los dos practicantes corrían por el fondo del pasillo gritando. Pasaron por al lado de la viejita, que se acercaba caminando lentamente.

Se la quedó mirando. Ella le sonrió, le agarró la mano y le dijo:

- No te levantes, que vine a buscarte…

 

Los dos nuevos practicantes, muertos de susto, llegaron a la oficina del médico interno y exclamaban

- Está vivo…! El señor del accidente está vivo…!

- Van a discutirme a mi, pendejitos…? Yo soy el jefe de la guardia y dos estudiantitos recién llegados vienen a decirme que me equivoqué al diagnosticar una muerte…?

- Es que se levantó…! – los muchachos no paraban de gritar y gesticular

- Vamos a verlo… !

Y fueron todos conteniendo la risa y pensando en cómo seguía la broma… Encontrarían la camilla vacía, le dirían a los muchachitos que habían permitido que se roben el cadáver, que iban a tener problemas con la policía…

Cuando entraron al pasillo, vieron la camilla. Con asombro vieron que no estaba vacía. Se veía perfectamente el cartel que decía “N.N.” colgado del dedo gordo del pié izquierdo.

El médico interno lo destapo. Allí estaba él. Bastante frío, pálido violáceo, con los ojos sin brillo mirando hacia arriba, y con una mueca extraña…

2 comentarios:

  1. Muy buen relato Pampita. No me lo esperaba.
    Si sabrás vos de bromas de iniciados.

    Abrazo !

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  2. No te lo esperabas...? El final, el desarrollo o que yo escriba un buen relato...?

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