De todo...

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Planté algunos árboles, tuve 3 hijos y 3 nietos, estoy listo para escribir mi libro...

Planté algunos árboles, tuve 3 hijos y 3 nietos, estoy listo para escribir mi libro...

14/9/11

Las moscas...


Me siento frente a mi computadora portátil para tratar de escribir algo.
Este calor de Puerto Ordaz a veces se pone insoportable. Y no me brotan las ideas. Ni siquiera sé si quiero escribir un poema, un cuento o relatar un viaje… Solo sé que tengo que escribir algo.
Me concentro, trato de pensar y la mosca comienza a dar vueltas alrededor de mi mano izquierda. La miro fijo. Ella me estará mirando con sus miles de ojos? Me imagino que debe verme como a través de un prisma. Se para en mi dedo índice. Dejo la mano quieta a ver que hace. Camina desorientada, seguramente esperaba otra cosa… Va hasta la punta del dedo y regresa hacia el dorso de mi mano. Apenas me muevo y se vuela.
Vuelvo al teclado. Tengo que definir qué escribir. La verdad es que no se me ocurre nada pero quiero. Ahí viene otra vez mi mosca. Después de dar dos o tres giros por encima de mi mano, se posa suavemente y se anima a caminar lentamente por el dorso de la misma. Sus 6 patas peludas parecen moverse sincronizadamente, de tal manera que apenas si siento un suave roce. Se detiene y con elegancia estira su ala izquierda ayudada por la pata trasera. Me está mirando ahora con el otro ojo. Me reconocerá?
En el preciso momento en que comienza a llover, levanta vuelo y se pierde en las inmensidades de la sala.
De nuevo al teclado y la pantalla… Poema seguramente no, porque es más difícil escribir versos sin inspiración y el calor la ahuyenta. Dónde estará mi mosca? La busco por la sala pero no la veo. Es decir, veo a tres moscas paradas en el techo, como estudiándome, pero siento que ninguna de ellas es mi compañera. Son extrañas evaluando el campo.
Trataré de pensar en algo que me haya sucedido, lo matizo un poco y hago algo parecido a un cuento. Muchas veces ese recurso me dio resultado. Allí está… La reconozco enseguida… Ahora se paró en mi mano izquierda y no camina. Solo me mira. Creo que está esperando a ver qué escribo. Muevo la mano para pulsar una tecla y se vuela.
A ver… Me acuerdo cuando éramos chicos y mi primo se cayó del caballo pegando la cara contra un tronco y se levantó todo ensangrentado y sus primeras palabras, dichas con orgullo fueron “Esto no es por no saber andar a caballo…!” Alrededor de eso puedo hacer un cuento. Mi mosca vuelve a sacarme de tema. Esta vez se para en mi frente. La vi pasar y sentí cuando se posaba. No está al alcance de mi vista pero la siento caminar, muy suavemente de derecha a izquierda. Se para, gira, regresa unos pasos. Cómo se verá mi cara desde ese lugar? Mi nariz debe lucir como un volcán…! La alejo con mi mano con cierto remordimiento por no poder explicarle lo que pasa.
Ya no me gusta el tema de mi primo. Bueno, el tema del caballo. Ahora recuerdo cuando estábamos de visita en un campo vecino y nos pusimos a jugar a la escondida. Eran las 7 de la tarde y estábamos en ese intermedio entre el día y la noche. Había luz pero poca, estaba oscuro pero no del todo. Mi primo decidió esconderse detrás de un árbol sin darse cuenta que entre el árbol y él había un pequeño cerco de alambre tejido. Salió disparado y se incrustó literalmente en la cerca. Tanto que uno de los zapatos quedo metido hasta la mitad en uno de los espacios del alambre tejido y una de las puntas de alambre de su borde superior se le clavó justo debajo del ojo. Todo un acontecimiento para nuestros 10 años de edad. Y volvió mi mosca. Esta vez se paró frente a la pantalla, en la letra “G” del teclado, y se puso a mirar con sus múltiples ojos la pantalla… Me da vergüenza pensar que desde la primera vez que vino hasta ahora no he escrito nada. Seguramente se aburrió porque voló rápidamente.
Ahora nos solo hacía calor, sino que además, la lluvia había derramado un manto de humedad que hace insoportable el ambiente. Las tres moscas del techo no están más allí… Seguramente están tramando algo…
Con esfuerzo, trato de concentrarme nuevamente pero la idea de la mosca comentándole a las otras tres que en toda la tarde no había escrito nada me molesta. No es justo que me juzgue por eso cuando fue ella la que me distrajo…!
Me imagino a las cuatro moscas riéndose de mí y me siento que mi humor empeora rápidamente. Es una turrada que esas cuatro bichas se pongan en jueces de mi trabajo…!
Trato de sacarlas de mi cabeza y volver al teclado y la pantalla. No hay caso, no se me ocurre nada… A mí, que siempre hice las mejores composiciones en el colegio, no puede pasarme eso…!
No sé por qué razón, siempre busco historias que me ocurrieron cuando estaba entre los 10 y los 12 años. Trato de ir para adelante en el tiempo. Ahora me estoy poniendo de novio por primera vez. Cumplía 15 años e invité a la vecina de arriba a la fiesta. Esa vecina me tenía estúpido desde hacía tiempo. Cuando salía para el colegio la veía en la esquina con su hermana esperando el colectivo y a partir de ese momento, me perseguía su imagen durante todo el día. Apenas si un “Hola” todas las mañanas y después de regresar del colegio la atención puesta en reconocer sus pasos, repicando en el techo. Puede ser un lindo cuento, medio romanticón, pero sirve. Y allí están las moscas. Esta vez vinieron las cuatro. Como sincronizadamente se paran dos en el teclado y una en cada una de mis manos. Enseguida reconozco a mi compañera. Me está mirando con uno de sus multiojos mientras que con el otro mira la pantalla. Camina unos pasos hacia mi muñeca. Levanta la cabeza, me mira a los ojos y y la mueve de derecha a izquierda como diciéndome “No hay caso…!” Las otras tres se ríen a carcajadas.
Evidentemente, hoy no es un día para escribir.

25/8/11

Ella y él...

Ella no lo quería… Sinceramente no lo quería… Más aun, lo detestaba, sentía asco de sus antes tolerables defectos. Su calva le recordaba a Larry, el de Los Tres Chiflados; su creciente barriga hacía que lo viera como un sudoroso (muy sudoroso, demasiado sudoroso) Buda que se le metía por la noche en la cama para ver televisión, importunarla y no dejarla dormir con los ronquidos; su manera de ser la aburría soberanamente…
El sí la amaba… Ella era toda su vida… Desde el momento que la conoció su alma se colgó de ella… Todo lo que hacía lo refería a ella. “Le gustará?”, “Le parecerá bien?”. El se consideraba un buen tipo. Todas las mañanas iba a trabajar a la fábrica, tenía una posición si bien no holgada, por lo menos sin grandes carencias, evitaba los despelotes, se alejaba de los sindicatos, eludía todo lo que tuviera que ver con la política. El quería solamente una vida tranquila y feliz con ella y ella era fundamental para tener una vida tranquila y feliz. Estaba seguro de ella, de su amor. Y nunca le fue infiel, ni siquiera en sus pensamientos. Hasta en sus sueños más morbosos ella era la protagonista. No veía ningún quiebre en la relación. Para él, las cosas estaban cada vez mejor.
Los días de ella eran eternos, tristes y aburridos. Se levantaba a cebarle mate al gordo de mierda, le hacía unas tostadas “a ver si alguna vez la barriga le explota y me deja en paz”, Lo despedía con una inmensa alegría al pensar que no lo volvería a ver hasta las 7 de la tarde. Después llamaba a su mejor amiga y descargaba en ella toda su frustración. No trabajaba porque él decía que “las reinas no trabajan”. Una vez intentó retomar sus estudios (le faltaban 4 materias para graduarse de Asistente Dental) pero él hizo todo lo posible por complicarle la cosa, y lo logro, como normalmente ocurre. Siempre tenía éxito en cagarle la vida. Cada vez que recordaba verlo entrar en la tienda donde intentó trabajar en una época no muy lejana, con esa cara de boludo, diciéndole “Vengo a verte para que no te sientas sola, te traje este chocolate. No entiendo qué hacés en este lugar trabajando por un sueldo de mierda que es menos que lo que gastás en la mujer que contrataste para limpiar y planchar…!”, todos los días igual, todos los días exactamente igual, todos los días inaguantablemente igual, hasta que logró que renunciara y retornara cabizbaja a la rutina hogareña, sentía que el odio crecía más y más en su interior. Maldecía permanentemente el momento en que le hizo caso a su hermano mayor, que le dijo que le iba a presentar a un tipo buenísimo, un pan de Dios, y le presentó a ese pibe, todavía no tan calvo, todavía no tan barrigón, pero ya con cara de estúpido. No se perdonaba haber caído en la trampa. Se insultaba a si misma cuando trataba de encontrar alguna razón que justificara el haberse casado con él y no la encontraba.
El era feliz. “Para que te vas a meter en quilombos? Lo mejor es mantenerse lejos de ellos!”. Se tomaba los mates que su adorada esposa le cebaba, se comía esas deliciosas tostadas preparadas con gran amor y se iba a trabajar pensando en lo mal que ella se quedaba porque la dejaba sola hasta la noche. La tenía como una reina. Eso lo enorgullecía y sabía que ella estaba orgullosa por esa razón. Cada vez que la miraba a los ojos veía en ellos el amor y el agradecimiento por haberle evitado el fastidio del estudio. Recordaba cuando ella tuvo esa estúpida idea de trabajar en una tienda. Por suerte el no la dejó sola. Iba a verla a la tienda con chocolates y trataba de explicarle lo irracional que era trabajar, hasta que, finalmente, ella comprendió y regresó a la felicidad del hogar. Se acordaba del día que su amigo, que después sería su cuñado le dijo “Esta noche no te comprometas, que te voy a presentar a mi hermana, que está loca por conocerte”. Estaba orgulloso de haberla conquistado, de haberla seducido. Realmente habían logrado construir una bella pareja.
Ella estaba agobiada de aburrimiento. Fregaba, limpiaba, lavaba y planchaba como una autómata mientras su mente volaba por sueños imposibles, por dimensiones inalcanzables. Todos los días almorzaba sola y después se sentaba frente al televisor con el control en la mano recorriendo todos los canales que el cable le brinda. Empezaba de abajo hacia arriba. Cuando llegaba al último canal (el 92), comenzaba el retroceso. Escuchaba inglés, alemán, italiano, portugués, árabe, español caribeño, español paraguayo, español chileno, español rioplatense. Había logrado reconocer todos los idiomas. Su juego habitual era cerrar los ojos, apretar teclas al azar del control y adivinar qué canal era. Se había convertido en una experta en eso. A las 6 y media su humor, ya malo de por sí, comenzaba rápidamente a empeorar. Comenzaba a calentar el agua para que el gordo de mierda se tome esos putos mates mientras ella comenzaba a preparar la cena. Por suerte el estúpido quiere comer siempre pasta a la bolognesa. Hace meses que cenan  (bah! Que él cena, porque ella ya no tiene hambre a la noche) esa maldita pasta a la bolognesa. Lo único bueno es que solo tiene que meter la pasta en el agua hirviendo mientras pone carne picada de segunda (no vale la pena gastar pólvora en chimangos y menos en ese chimango gordo) en otra olla más pequeña, con un cubo de caldo, un poco de salsa de ajo y puré de tomate de lata, después mezcla todo en un fuentón y el tarado piensa que está comiendo una cena “gourmet”…
Pero esa noche iba a ser diferente. Ella había programado todo meticulosamente. Con mucho cuidado había enganchado una de sus remeras preferidas (decidió que era un daño colateral aceptable) del cable de televisión que pasaba cerca del borde del balcón del piso de arriba… Además, dejó afuera, como al descuido un banquito de la cocina… Esta vez, el gordo tendría postre después de cenar…
El llegó como todos los días, tomó mate como todos los días, como todos los días se sentó a ver televisión mientras su mujercita, en su afán de complacerlo, preparaba ese exquisito spaghetti a la bolognesa que a él tanto le gustaba. Lo único que notó es que ella estaba ese día más sonriente que lo habitual. Agradeció a Dios haberle dado una esposa que lo quisiera tanto!
Ella espero pacientemente a que él se pusiera ese horrible piyama que ya le quedaba chico y dejaba ver su inmunda barriga. Incluso esperó que se metiera en la cama. Entonces fue que lo llamó “Gordo, mi amor…! Podés ayudarme? El viento hizo volar mi remera y se quedó colgada del cable de la tele…”
El se levantó pensando que las mujeres no podrían sobrevivir sin un hombre al lado. Salió al balcón y comprobó que no alcanzaba a agarrar la remera. Intentó con un palo de escoba, pero ella había hecho muy bien el trabajo. “No alcanzo…!” le dijo. Ella puso su mejor cara de compungida y le respondió “Dale…! No seas malo…! No se te ocurre algo?”
“No hay caso…! Sin los hombres no sé cómo se las arreglarían” se dijo para sí. Entonces vio el banquito que, casualmente, alguien había dejado en el balcón y comprendió que otra vez tendría la oportunidad de demostrarle a su reina que él la complacía en todo. Colocó el banco pegado a la baranda del balcón y con una gran sonrisa se subió a él dispuesto a desenganchar esa remera que tanto desvelaba a su dulce compañera…

15/8/11

Las musas...


Por más que se esforzaba, no le salía ni una palabra… Peor…! No sabía qué iba a escribir…!
Un poema? No, la verdad es que era uno de esos días donde hacer un poema es como ir al baño constipado: por más fuerzas que hagas, no sale…
Un cuento? Imposible imaginar un tema, nada se le ocurría…
Un relato? Por más que hurgaba no encontraba en su memoria suceso alguno que mereciera el esfuerzo de ser contado…
No había nada que hacerle, las musas no lo acompañaban… “Musas…? Musas…? En algún lado se deben conseguir…!”
Tecleó casi inconscientemente en el buscador de Google “musas”. Inmediatamente apareció una larga lista de sitios donde se hablaba de las musas. Le llamó la atención un link que decía “Clickée aquí si no le vienen las Musas”
Con dudas y no dispuesto a pagar nada, apuntó el link con la estúpida flecha del cursor y apretó el botón izquierdo de su mouse.
Inmediatamente se abrió una página que decía: MUSAS AL INSTANTE. SIN COSTO, EDICIÓN BETA, CLICKEE SOBRE EL NOMBRE DE LA MUSA QUE REQUIERA.
Al principio la desconfianza lo detuvo: no sería un virus…? Revisó la página de arriba a abajo (las páginas web no pueden revisarse de otra manera, salvo cambiando de página) y encontró ordenados en columna nueve nombres griegos.
“Con probar no se pierde nada” pensó, “Además me dijeron que el antivirus es eficaz y está actualizado”
 Clickeó uno de los nombres… De inmediato apareció frente a él una joven atractiva, totalmente desnuda, con una bola brillante es sus manos. Si la brusca aparición lo asombró, más lo asombró el hecho que rápidamente salió al balcón y se puso a mirar el cielo. Creyó de muy mala educación seguir intentando escribir estando esa belleza desnuda en su balcón, así que salió tras de ella.
Ella no se inmutó cuando él le puso la mano en la cintura. Simplemente recitaba
-        - Urano, Neptuno y Plutón, los veo desde el balcón
Acarició suavemente su espalda desde el cuello hasta un poco más debajo de la cintura. Ella permaneció inmutable y continuó con su recitado
-       -  Mercurio, Venus y Tierra, por qué siempre habrá guerra…?
Su mano giró sobre su cintura hasta llegar al delicado y suave abdomen. Ella, imperturbable, continuaba con sus recitados.
-        Júpiter, Saturno y Marte, no puedo dejar de mirarte…
Lentamente comenzó a subir la mano hasta rozar uno de sus suaves senos y ella rápidamente le dio una sonora bofetada  en la cara, que le dejó los 5 dedos marcados en rojo, y sin bajar la mirada del cielo le dijo
-  Eso no…!
Desconcertado, le preguntó cómo se llamaba. Ella le respondió
-  Urania
-  Y que estás haciendo en pelotas en mi balcón…?
-  No sé…! Tú me has llamado…! Que necesitas de mí? Una carta astral…?
-  Bueno – dijo él – yo quería inspiración…
-  Ah…! No…! Eso no es conmigo…! Te equivocaste de musa…!
-  Bueno, pero ya que estás acá desnudita podríamos… No sé, digo yo…
-  Vade retro…! Yo soy Urania, la musa de los astrónomos y los astrólogos… Tu eres astrónomo?
-   Para nada…!
-  Y astrólogo…?
-  No, ni siquiera creo en eso…!
-   Bueno, si quieres, por la módica suma de 500 pesos te hago una carta astral, y eso por ser tú
Se la quedó mirando un rato. “Será posible tanta mala suerte…? Llamo a una musa y me viene esta boluda…!”
-  Cómo hago para que te vayas – le preguntó lo más suavemente posible…
-  Solo pídelo…
-  Bueno, chau entonces…! Andate por donde viniste…
-  Si, pero primero tienes que pagar…!
-  Cómo…? – preguntó azorado – Pagar qué si el link decía que era una edición beta sin costo…!
- Disculpa, pero creo que no entendiste bien.  La edición beta es del bajador de musas, no de las 
   musas…Por cada musa que pidas tienes que pagar el traslado y el servicio…!
-   No pienso pagar nada…! Y te me vas rapidito…!
- Creo que no entiendes… - Urania sonrió tiernamente
- Zeus, mi padre, es el gerente general, y mi madre 
   Mnemósine es la administradora. En cuanto me llamaste 
   ella puso a andar el contador…!
-   Y si no te pago un carajo, que pasa…?
-  Fácil… Me quedo hasta la noche y te cobran un día 
   completo… Vendrían a ser unos 3.000 pesos…
-  A ver…? – dijo él, envalentonado y con cara de burla – Y
   cómo piensan cobrarme…?
-  Muy sencillo…  – dijo ella sin perder su belleza de musa ni
   su apostura de diosa - Viene Apolo, nuestro jefe de
   cobranzas y te caga a palos…!
Se quedó pensando un rato y finalmente preguntó
-  Aceptan tarjeta de crédito…?

7/8/11

La noticia según el ángulo...

1)         1)  EL MÉDICO


Suena el despertador… Son las 6:30 de la mañana… La eterna rutina de afeitarse y bañarse (una vieja costumbre: bañarme por la mañana después de la afeitada para que el agua y el jabón se lleven los rastros de sangre).
Un desayuno rápido. Una tostadita, café con leche y un vaso de agua.
Subo al auto. Me gusta manejar por la mañana temprano… Me voy al hospital y atiendo a chiquicientos pacientes que hacen cola desde mucho antes que yo me despierte. Diferentes pacientes, la misma charla: “Que siente?”, “”Tiene dificultades para orinar?”, “A ver, sáquese la ropa que lo voy a revisar”. La eterna rutina de ponerme el guante, hacer girar al paciente y violar sin compasión su vergüenza con mi dedo medio en busca de una próstata desconsiderada.
Al mediodía paso por mi casa para comer a las apuradas con mis hijos recién llegados del colegio, besar a mi mujer, ir al baño (cosa que hago rutinariamente siempre a esa hora) y nuevamente a manejar, ahora sin placer, con insultos por el tráfico y con los primeros síntomas de “YA ESTA BIEN… BASTA…!”. Debe ser que estoy envejeciendo.
A las 3 de la tarde comienzo mi consulta privada, la que me dá de comer, la que me paga el auto, la casa, la familia y esa instrumentadora que me alegra tanto la vida.
Suena el teléfono. “Doctor… Ya está el resultado de la biopsia que nos mandó ayer… Es un adenocarcinoma semidiferenciado de próstata”. Bueno…! Otro candidato a la cirugía, a la radioterápia y a la muerte…! En fín. Que vida de mierda…
“Hola…! Que tal, cómo le va, mi amigo… Mire, ya tengo el resultado de su biopsia. Podría darse una vuelta más tarde por mi consultorio…? No… No puedo decirle nada por teléfono… Es mejor que venga… Tranquilo, que después hablamos”
Que cagada, todos los que vinieron son de Obra Social…! Bueno, por lo menos veo la imagen del culo de mi secretaria que me alegra la tarde…
Ahí llegó el tipo…! Hago pasar a la esposa primero? No…! Mejor que pasen los dos y le doy la noticia sin anestesia.
“Hola…! Cómo anda la pareja feliz…? Bueno… acá me dieron el resultado de su biopsia. Como presumíamos por el valor del antígeno la cosa no es fácil, pero manejable… Es un cáncer de próstata…”
Mierda…! Ya se pusieron como locos…!
“Hay que tomar la cosa con tranquilidad…! Esto no es el fín del mundo…! Vamos a hacer lo siguiente: va a tomar unas pastillas hasta que el antígeno baje a 0,30 y entonces me llama para programar la operación… No, tranquilos… La operación no tiene consecuencias de ningún tipo…”
…si supiera…!
Bueno… Listo… Voy a invitar a mi mujer al cine…

2)                 2) LA ESPOSA

Dios santo…! Otra noche durmiendo mal…! Y no fui la única…
Justo ahora tiene que pasarnos esto…? El es joven todavía…! Qué son 53 años…?
Bueno… Quizás me esté haciendo mala sangre antes de tiempo… Lo que más me preocupa es cómo lo va a tomar él…
El médico fue claro: con ese antígeno tan alto hay que esperar lo peor…!
Me levanto a las 8. Mejor lo dejo dormir un rato más mientras preparo el desayuno. Anoche estaba muy nervioso y estuvo dado vueltas en la cama sin parar…
Valdrá la pena rezar…? Bah! Ya le hicieron la biopsia… Tendría que haber rezado antes…
Preparo el desayuno y se lo dejo listo. Yo aprovecho para ir al supermercado a comprar un par de cosas… Estas dos cuadras me hacen bien… Son mi ejercicio diario… 

A ver…? Sal, arroz, huevos, papel higiénico, no falta nada…
Mujer…! Quita esa cara de preocupación…! No más cargas para el pobre…!
A ver… Preparo unas milanesas con  papas fritas y huevos fritos, que es lo que a él más le gusta, así le levanto el ánimo…
La verdad es que se ve sano y fuerte… Será que me estoy preocupando de más y sin motivos…?
“Ah! Era el médico..! Y qué te dijo? Ok. Almorzá y vamos para allá tranquilos. Vas a ver que está todo bien…”
“Comiste…? Buenas las mila, no…? Andá a cambiarte, no vamos a ir así a ver al médico…! Y traé plata que de vuelta quiero ir a la peluquería…”
Me caché en diez…! Nunca pude aprender a manejar…! Y ahora a lo mejor lo necesito…!
“Cuidado, carajo…! Por qué tenés que pegarte en la cola del de adelante…? Dale… Estacioná acá… Si…! Acá se puede…!”
Que ruidoso este ascensor…! Y eso que parece un edificio nuevo…

“Buenas tardes, Silvia… Avisale al Doctor que ya llegamos…”
Esta enfermerita tiene cara de loquita…! Y el Doctor tiene una cara de piola…!
“Gracias… Vamos, querido…”
Yo me siento en la silla de la derecha, que está más alejada del escritorio.
Él se queda duro… Se le ve el asombro en la cara… Qué hago…? Pregunto algo…? Que desastre…! Como se nos complica la vida…! Quizás deberíamos ver a otro médico…
“Entonces, tiene que tomar esas pastillas y repetirse en análisis del antígeno cada més hasta que le dé menos de 0,30 y entonces regresar para programar la operación… Entendí bien…? Y la operación es larga…? Queda con alguna complicación?”
Este ascensor es demasiado lento…! Dios! Qué tráfico…! Creo que voy a llegar tarde a la peluquería

3) EL

Dios…! Que sensación de angustia…! Mejor me tranquilizo…! Debe ser una boludez… Al fin y al cabo el doctor no me metió ese bendito dedo en el culo y me hurgueteó hace un mes para decirme que estaba todo normal? Por qué mierda se me ocurrió hacerme el puto antígeno…!
Lo único que consiguió el médico es hacerme el bocho y preocupar a mi mujer…!
Qué noche pasé…! No dormí nada…! Aprovecho el parte de enfermo en el laburo y me quedo apolillando hasta el mediodía…! Que sirva para algo esta mala sangre de mierda!
“Hola…! Que tal, doctor… Y no me puede adelantar algo? Bueno, si Ud lo pide… Después de almorzar paso por allí”
Con tal de ganarse un bono más de la Obra Social estos médicos te hacen ir al pedo al consultorio… Qué le costaba decirme  “Está todo bien” por teléfono… Salvo que no esté todo bien…! Ta que soy pesimista…! Si me siento al pelo y cuando me metió el dedo dijo que estaba todo bien…! Debe ser una inflamación…! Pero qué hijo de puta...! Te deja la duda…! Debo confesar que estoy cagado de miedo…!
Otra vez milanesa con papas fritas y huevos fritos…! Parece que no supiera cocinar otra cosa…! Bueno, pongo cara de que me gusta y le doy para adelante…! Ella debe estar preocupada… Todavía le da bola a los médicos…!
Buenos Aires está cada vez peor y la puta que los parió a los intendentes que tuvimos desde 1810 y toda su caterba de putas…! Ya no se puede manejar…! “Dale, boludo…! Arrancá que está en verde…!”
Acá…? No me gusta dejar el auto estacionado en la calle…! Pero no voy a pelearme con mi mujer por eso… Después tengo que bancarme su cara de culo toda la tarde…!
Que ascensor de mierda…! Este médico podría haber elegido un edificio mejor para poner su consultorio…!
Mmmmm! Está buena la enfermerita…! Si yo hubiera sido médico me estaría comiendo una de éstas en lugar de la hambruna que estoy pasando…!
“Que tal doctor…! Aquí estamos…! Si… Quéeeeee! Y no me dijo el otro día que estaba todo bien?”
Siento un vacío que me traga…! Yo cáncer? A mí no me puede pasar esto…! Es increíble descubrir a los 53 que uno también se muere…! Debe haber un error… Se equivocaron de nombre en los análisis… Si yo me siento bien…!
Y encima este hijo de remil putas me dice que me tome las cosas con tranquilidad, que no es el fín del mundo…! Por qué no te vas vos, el antígeno, la próstata y la operación a la puta madre que los reparió…!

1/8/11

De Vegas a Europa...!


(Este es un cuento, pero cualquier similitud con nombres y personas reales no es casualidad)

La verdad es que probé de todo en mis 18 años… Fui boyero en un tambo a los 12 ayudando a mis viejos, a los 17 ya amansaba baguales y ahora trabajo. Pero no es lo mío…!
Recién ahora estaba comenzando a agarrar un rumbo. Recién ahora tenía claro qué quería: iba a ser famoso, un famoso futbolista de esos que andan en autos importados y salen con chicas de cabaret.
Después de un año de entrenar duro y parejo y de partidos bien jodidos, estábamos a punto de llegar a nuestro final feliz: ganar la Copa Regional del Oeste Bonaerense.  Ese domingo se jugaba la final! El rival era un equipo de Henderson, que, según las malas lenguas, era regularón nomás.

Era la gran chance para que me vieran…! Habría “espías” de varios lugares… Seguro que de Barracas Bolívar iba a haber alguno, y jugar en la “C” era un buen comienzo… Incluso se decía que iban a venir de Platense y de Chicago…! Se imaginan…! De las calles de tierra de Herrera Vegas, ese caserío que había crecido alrededor de la estación de tren, de un salto al asfalto grande…! Ya los trenes,  los dos viejos Midland, uno de ida y otro de vuelta, que venían de al lado de la capital, de Puente Alsina, y pasaban por Vegas rumbo a Carhué para el lado de La Pampa, no existen desde hace tiempo. La famosa “modernidad” los hizo desaparecer y Vegas es ahora un rancherío con una casilla telefónica, una panadería, un almacén de Ramos Generales, un taller mecánico, una carnicería, una escuela primaria, una comisaría, la delegación regional, la vieja estación, ahora usada para otras cosas, y unas pocas casas… Ni venta de combustible tiene…! Por supuesto, sus 4 calles son de tierra…! Ah! Y tiene una plaza que hace poco cambió de nombre. Yo no me sé bien el cuento, pero parece que el que la hizo, mucho antes de yo nacer, era un tipo importante que, además construyó unas cuantas casitas en el pueblo, pero era de la contra del partido al que pertenece el delegado actual, entonces le cambió el nombre. Le puso Plaza San Martín. Pero para todo el pueblo la sigue llamando “la Plaza de Don Paco”.
 Mis viejos son de allí, nací en el Hospital de Bolívar, en Vegas hice la primaria y no seguí estudiando porque tenía que trabajar y, además, para qué si lo mío era triunfar en el futbol… En Vegas laburo, como ya les conté al principio. Conseguí un trabajo exclusivamente de mañana, en la escuela. Soy una especie de “arreglatodo”. Durante todo el año me levanto a la mañanita, a eso de las 5, corro una hora levantando polvareda por las calles del pueblo con mi bombacha remendada y mis alpargatas bigotudas llenas de tierra, después unos mates y a las 6 y media de la mañana ya estoy limpiando la escuela, arreglando los bancos rotos, cortando el pasto, y todas esas cosas. Preparo la bandera bien doblada para que los gurices la icen en el mástil que hay en el frente.
Termino al mediodía. Un rato después que los chicos salieron gritando, yo salgo con mi bolso, camino la media legua que hay hasta la ruta, y ahí comienzan mis sueños.
Yo ya había decidido que este sería mi año…!
Con ese entusiasmo de saber que estaba por saltar a la fama, hacía dedo para llegar a Bolívar. Caminaba hasta el club y me comía mi almuerzo de siempre: un sánguche espectacular de un salamín traído de los pagos de Mercedes.
Las tardes empezaban 2 horas después de ese sánguche. Jugábamos dos partidos de 40 minutos y el entrenador hacía de referí, nos daba indicaciones y nos corregía. Más luego nos juntábamos todos en el vestuario y escuchábamos la “charla técnica”, que era una mezcolanza de consejos, recomendaciones órdenes y retos, que por lo general yo no entendía ni le daba bola pensando en autos convertibles y rubias de ojos celestes y bocas pintadas, total, para qué si jugar al futbol no se aprende, se trae en la sangre. Siempre terminaba de la misma manera “A poner huevos y usar la cabeza, que se puede. Este año la Copa queda en casa”. La última semana cambió la frase: “este año” se convirtió en “este domingo”.

El sábado,  entrenamos menos y nos quedamos a dormir en el club. Bueno…! Dormir es un decir…! Yo por lo menos, no pude cerrar los ojos ni un minuto…! Pensaba en el partido sin poder quitármelo de la cabeza… Tenía 3 obligaciones: ganar, jugar bien y, principalmente, lucirme ante los ojos de los que me iban a llevar al futuro…!
Esa mañana mateamos temprano y nos quedamos en el club hasta el mediodía. Almorzamos allí. Las jodas de los muchachos durante el almuerzo mostraban el excelente humor y el ánimo que teníamos todos. Después de almorzar descansamos un rato. Algunos durmieron, otros se quedaron jugando al truco o al chinchón o simplemente charlando. Yo me senté en una reposera a la sombra de un eucalipto y comencé a volar montado en mis sueños: un vestuario de verdad, el gol del triunfo (un golazo), una nota en El Gráfico, un contrato en un equipo grande, un par de lindas vedettes, una oferta en Europa, un auto importado, una casa frente al mar…
Y Herrera Vegas…? Sería famosa por mi…! “El Torito de Vegas”…! Hasta la pondrían en el mapa de la Internet…! Iría todos los meses, para mostrarles a mis amigos el auto nuevo, la rubia de la tele que me había levantado y para ver cómo andan las cosas en la estancia que me voy a comprar…
A las 4 de la tarde caminamos despacito y cantando bajito hasta el Estadio Municipal. Era la última vez que caminaría ese trayecto. O por lo menos, que lo caminaría con esas alpargatas deshilachadas, bigotudas. A partir de ese domingo, mis zapatillas importadas pisarían el pasto de clubes importantes. Y, quien te dice, Europa…!
Recuerdo que en el vestuario todos cantábamos y nos dábamos ánimo uno al otro.
Nos cambiamos lentamente. Yo probé dos pares de botines que me había regalado el hijo de la patrona de El Cardón, una estancia de por ahí cerca, que venía siempre a las fiestas de la escuela. No quería que se me lastimaran los pies. Esos benditos pies planos…!
A las 6 comenzamos a hacer ejercicios de calentamiento, a mover los músculos y estirarnos para que no te agarren calambres o te desgarres en un campito que queda detrás del vestuario. Me preocupaba esa vieja lesión del tobillo, así que lo probé bien, le di duro, y, gracias al Tata Dios, sentí que estaba todo bien.
A las 7 menos cuarto entramos a la cancha. Se juntaron los capitanes, se hicieron los sorteos y nos pusimos como nos indicó el técnico: cuatro estaqueados en el fondo, tres en el medio, uno más adelante (“enganche” que le dicen) y el Bayo y yo adelante. La tribuna estaba bastante llena. Era una fiesta para Bolívar, y muchos aprovecharon el lindo día para llevar a sus familias. Por ahí vi a varias personas de Vegas o que andaban por Vegas con frecuencia, que estaban detrás de uno de los arcos saludándome con las manos. Y en los asientos que hacían de platea estaban unos señores de traje dominguero, los “espías”.
A las 7 en punto comenzó el juego. Nosotros corríamos, la gente gritaba. Yo sentía los latidos de mi corazón como estimulándome para correr más y más.
El primer tiempo fue durísimo. Todo el juego se apretó en el mediocampo y poco pudimos llegar al área de los de Henderson. Tan malos como decían no eran… Tampoco ellos llegaron mucho. Se puede decir que los arqueros descansaron tranquilos.
Durante el descanso después del primer tiempo yo me quité los botines para descansar mis pies. El entrenador nos habló durante esos 15 minutos. Primero nos dio algunas indicaciones y luego se dedicó a darnos ánimo.
Cuando entramos a la cancha, llegué a escuchar que el masajista le decía al utilero “Viste…! Vino Don Pedro…!” Don Pedro…! Era la garantía del futuro…! Era el que buscaba jugadores para representarlos y acomodarlos en equipos de primera…!
En cuanto el juez pitó el comienzo del segundo tiempo, nos lanzamos como locos al ataque. Parecíamos caballos disparados. Durante 10 minutos los tuvimos encerrados en su propia área. Yo me imaginaba que estaba corriendo por el Maracaná con la camiseta de la Selección y dándole un baile a los negritos brasileños…!
Entonces llegó el fatídico minuto 11… Parece joda…! Justo el número que llevaba en la espalda de mi camiseta…! Recibí la pelota frente al arco. Ahí estaban los tres palos y el arquero, que parecía chiquitito en el centro. Sabía que era la mía, todo servidito en bandeja y con una alfombra para caminar hacia el futuro. Me relamí pensando en la cara de admiración de los “espías”, en la ovación del público, en mi traspaso al Nápoles (me sabía ese nombre porque allí jugó el Diego…). Me preparé para colocar la pelota en un rincón bien lejos del arquero, pero justo cuando iba a patear, la pelota dio un pequeño pique, se levantó y yo le pegué pifiado y me caí sentado en el pasto. El grito de “Tronco…! Ni pa’leña servís” retumbó clarito. Para colmo de desgracias, con el traste dolorido por la caída y el alma quebrada por el grito, vi como la pelota llegaba suavemente, como al trotecito, a los pies del 4 rival, que le tiró un pelotazo largo al 9 de ellos, que en nuestra desesperación por atacar, habíamos dejado solito. Agarró la pelota el muy guacho, corrió tres o cuatro pasos y le dio con alma y vida. Todo pareció moverse en cámara lenta: el zapatazo, la pelota en el aire, el arquero volando, la pelota colándose en un ángulo… No podía ser…! Sentí que mi corazón se quebraba, que mi garganta se secaba, que las lágrimas empujaban para salir de mis ojos.
El resto fue anecdótico, un mal recuerdo… Tratamos y tratamos, pero no pudimos. Nosotros cada vez más nerviosos, ellos cada vez más tranquilos.
Cuando el árbitro pitó el final del partido y ellos comenzaron a abrazarse, yo me senté en la tierra sin comprender lo que ocurría… Chau autos importados y rubias de cabarute…! Chau sueños de asfalto, estancias, viajes a países desconocidos a los que solo podés ir en avión…
Miré de reojo, primero a la platea y vi cómo los señores de traje se levantaban y se iban, y luego a la tribuna donde estaban mis conocidos de Vegas, que seguían gritando cosas incomprensibles pero seguramente nada  buenas. Bueno, un par de ellos se reían y hacían gestos con las manos. Seguro que me iba a tener que aguantar las cargadas de todos…
Tengo el vago recuerdo de los festejos de los de Henderson, de cuando les dieron los premios, de cuando el capitán de ellos alzó la copa que tanto habíamos querido nosotros. Nos fuimos callados, pensativos. Mudos estábamos en el vestuario, mudo me vestí, mudo caminé hasta la ruta para hacer dedo.
Suerte que ese camión me levantó rápido, porque ya era tarde y al día siguiente tenía que levantarme a las 5… Y recordé que el pizarrón de la escuela estaba roto… Lástima que no aproveché el viaje a Bolívar para comprarme unas bombachas nuevas, porque las que tenía ya no aguantaban más… Y esas alpargatas rotas…! Voy a ver si Doña Juanita y Don Rómulo tienen algún potro bagual que quieran amansar…! Para eso si que soy bueno…!