De todo...

Algunas imágenes, poemas y escritos son de terceros, quienes podrán disponer su eliminación cuando lo deseen.

Planté algunos árboles, tuve 3 hijos y 3 nietos, estoy listo para escribir mi libro...

Planté algunos árboles, tuve 3 hijos y 3 nietos, estoy listo para escribir mi libro...

5/8/12

Los muertos del placard...


La llegada a la séptima década lo había sumido en elucubraciones extrañas.
A veces se le daba por imaginar el futuro sin él, o lo que habría sido el mundo sin él. En general sentía remordimientos. A veces por lo que iba a hacer, a veces por lo que no había hecho.
Ese día se levantó pensando en los muertos del placard. En todas esas cosas que causaron daños graves a otros o a su conciencia. No sabía por qué o cómo había comenzado. Lo que sabía es que sacar a flote esos recuerdos lo torturaba, pero no podía evitar hacerlo.
Un recuerdo trajo a otro, y éste a otro, y así comenzaron a aparecer recuerdos en forma desaforada. Infidelidades, mentiras, dolores a otros, abortos, traiciones, algún robo, falsedad, acosos, perversiones… La lista era larga…
Por más que trataba, no podía parar ese desborde de recuerdos.
Hacía esfuerzos sobrehumanos por encajar un buen recuerdo en esa torturante lista, pero no podía, no lograba detener ese tren que lo estaba atropellando vagón por vagón.
Todos sus amigos decían (y lo creían realmente) que él era un buen tipo. Y él siempre había estado de acuerdo.
Siempre pensó que su ex mujer tenía la culpa del fracaso de su matrimonio y que había sido víctima de las circunstancias, pero esa cadena de recuerdos comenzó a cambiar la percepción de su pasado. Comenzó a pensar que, desde el primer recuerdo, de la época de su adolescencia, había comenzado a tejer su fracaso matrimonial. Y todos sus otros fracasos, que siempre había considerado éxitos pero que a la vista de sus recuerdos, ahora comprendía que no lo eran.
Buscó excusas para sus maldades, pero no las encontraba.
Esa sensación de culpa comenzó a invadirlo. Se sentó en el sillón y, simplemente, dejó que se desbordara su memoria de muertos en el placard.
Después de varias horas, logró tomar el control de su memoria. El tren comenzó a detenerse lentamente hasta que se detuvo por completo y los recuerdos quedaron inmóviles.
Se levantó lentamente, fue al baño, se lavó la cara, se miró al espejo y se dijo “La verdad es que fuiste un reverendo hijo de puta…”

1 comentario:

  1. Curiosa es a veces la evaluación de los hechos...y la impresión que se causa en los demás.
    Buen relato Pampa!

    ResponderEliminar